La intuición contra la razón. El espíritu aventurero contra la cómoda seguridad de lo que poseemos. Don Chema me comentó estando a la orilla del mar, que la humanidad tiene todo el conocimiento a su alcance, sólo que disperso. Los que lo pegan se van; ya no les interesa quedarse o permanecer en esta realidad tan pobre y mezquina. Salen destapados a la libertad de entrar y salir a los miles y miles de mundos, incomprensibles primero y finalmente igual de pobres y mezquinos y tan egoístas como éste del que escaparon sin mirar atrás.
En los albores del ensueño de Aura Negra, las conciencias primarias comenzaron a ensoñar por sí mismas. Sus estructuras filiformes se contraían buscando nuevas formas que se ajustaran a los moldes y modelos que ensoñaba el águila. Aura Negra latía y en su interior la serpiente desovaba. La serpiente comenzó a moverse, enrollándose en los trancos del águila. Inconmensurables serpientes alargadas de todas las formas y tamaños comenzaron a reptar, a existir, a vivir. Ya llenas del ensueño del águila, de los ensueños de otras de su especie y de sus propios ensueños, incapaces de absorber más información, reventaban, se desintegraban, morían. Así, el interior de Aura Negra se iluminó con la fusión de conciencias. Al juntarse la energía ensoñada por el águila y dar forma a las formas, éstas se encendían alargadas, oviformes, esféricas, cuadradas, triangulares, etcétera. Las funciones, el movimiento, las comenzaba de inmediato a fisionar; la expansión del funcionamiento del ensueño de Aura Negra, las desintegraba desde el mero inicio. Al carecer de cohesión por el grado de expansión alcanzado en su efímera existencia, las formas explotaban y llenaban de luz el vasto vientre del águila. Interminable ha continuado la fusión de formas y la fisión de funciones hasta el último latido expansivo-contractivo del águila, cuando ella misma se desintegre para continuar su evolución energética.
El ensueño primario del águila consistió en formar otra águila para perpetuar su especie. Ensoñó las primeras formas o conciencias, con suficientes receptáculos donde la energía podía ser acumulada. Esta energía serviría para reconvertir la explosión desintegradora en una implosión integradora. De esta manera el cúmulo de formas primarias gestaría lentamente el huevo del águila, a nacer en el lugar apropiado, designado por ella misma.
Contenido extraído del libro "El nahual de cinco puntas" Autor: Domingo Delgado Solórzano.